Mujer, poeta, lectora, escritora y educadora. El legado de una de las voces íntimas y más destacadas de nuestra literatura regional y nacional falleció este 11 de agosto a los 75 años de edad. Un repaso por la huella que dejó en la Universidad Nacional del Litoral.
Estela Figueroa nació en Santa Fe en 1946. La lectura y la escritura, el cine y el teatro fueron pasiones que la acompañaron durante toda su vida. Ha sido una escritora comprometida y desde ese lugar coordinó talleres literarios en el Pabellón de menores de la cárcel de Las Flores, espacio para la creación colectiva donde como resultado se editó la revista Sin alas.
Como autora publicó Máscaras sueltas; El libro rojo de Tito; A capella; Un libro sobre Bioy Casares: La forastera.
En 2009, Ediciones UNL reeditó en un solo volumen dos de sus libros, bajo el nombre Máscaras sueltas/A capella. En 2016, Bajo La Luna editó El Hada que no invitaron, obra poética reunida 1985-2016, que incluye el libro hasta entonces inédito Profesión: sus labores.
Sus poemas han sido traducidos a varios idiomas y han aparecido en diversas publicaciones internacionales.
En la Universidad
Ingresó a trabajar en la Dirección de Cultura desde 1988 y coordinó el Taller Literario. Una propuesta abierta a la comunidad que se vio plasmada en la edición de tres libros y fichas de poesía, versiones teatrales de aguafuertes de Roberto Arlt y la escritura y puesta en el aire de dos radionovelas.
Además de los libros editados por el sello editorial, dirigió la revista La Ventana desde 2001 hasta que se jubiló.
En estos últimos años y durante la pandemia trabajó en proyectos para la promoción de la lectura. Participó del ciclo “Semillas de lectura” y del proyecto colectivo “Universos Mínimos”.
Desde su forma de contar el mundo, recupera lo mínimo, lo cotidiano, pero sustancial.
Sin lugar a dudas, Estela deja profundas huellas en el mundo de la literatura y en todas las generaciones que la han leído y leerán.
Vegetal
Como la erika
que antes de secarse
produce un hijo
Pero también como la orquídea
orgullosa y sola
Como el sauce
inclinado
hacia el río quieto
Pero también como la grevilea
que enfrenta
los vientos más feroces
Frágil como los pensamientos
a los que una ligera
lluvia aplasta
Abierta como el paraíso
que juega
con las gotas
Manos desconocidas
revolvieron el césped
donde escribí palabras.
¿Buscaban tesoros ocultos?
Soy hosca
como el cactus.