En las caras y en los discursos está el secreto de por qué esta sesión, esta plaza y estas jornadas son tan distintas a las de 2018: todes, en el sector verde del debate, están a la espera de poder gritar ese gol que suponemos nos va a llegar en medio de la madrugada.
"Lo que estamos teniendo es una discusión filosófica" le indica una joven a su compañera, mientras se abanican con un pasquín que alguien les vendió hace un momento. El señorcito que les logró encajar la publicación les estuvo comiendo la oreja un buen rato. Se va, vencido, cuando nota que no logrará interesarlas aunque tenga el pañuelo en la muñeca y las ideas en la punta de la lengua. Entre ellas la charla sigue. La birra corre con intensidad. Nos gustaría sumarnos, pero estamos trabajando.
El calor es el verdadero protagonista de la jornada. La combinación del verano porteño y los barbijos pandémicos es lo que nos da la pauta de que no estamos, como resultado de alguna alteración del plano espacio temporal, en la Plaza de junio de 2018. No, hace calor y no se puede sentir mucho de otra cosa. Nos mantiene entretenides, mientras nos damos las discusiones "filosóficas".
Durante la madrugada del jueves terminaron de ensamblarse las carpas de los espacios políticos y sociales que decidieron participar de estas jornadas desde la explanada del Congreso Nacional. Las pantallas, ubicadas en los dos extremos de la Plaza para que verdes y celestes puedan observar lo que sucede hacia el interior del Congreso, nos traen de a ratos alguna que otra declaración. Muchas, también, son una suerte de repetición de aquellas que escuchamos en la sesión de hace dos años.
Las comparaciones con perritas, al menos por estas horas, no han aparecido. Pero algunos argumentos son tan pobres como lo eran en ese momento.
En ese entonces, el resultado era incierto. La eterna noche, el frío, los números que no daban y la sensación de que todo se nos iba a escapar en un instante no nos dejaban del todo relajarnos. Ahora el panorama es otro. Ahora nos estamos encontrando en la calle después de meses de no vernos las caras. Ahora, más que nada, deseamos ese encuentro.
Espacios
"Para las mujeres fue muy difícil la pérdida de estos espacios" dice Camila, que milita dentro de un espacio universitario y que se coloca glitter con mucha pericia mientras dialoga con nosotras. Sus amigas se ríen de ella, le imitan los gestos. La calle es muy divertida. Hay gente que nunca lo sabrá.
Para Camila, la importancia de volver a estas prácticas es fundamental "perdimos el espacio de encuentro con amigas, la charla. Ganas no faltan, las mujeres seguimos ahí. Pero hemos decidido respetar nuestra salud y el sistema de salud pública".
El barbijo no es sólo el accesorio por excelencia de estas jornadas. Usarlo nos permite expresarnos políticamente. No hay dos barbijos iguales. Los puestos de remeras, pañuelos, imanes, suman ahora una oferta de barbijos con las más variadas estampas: verdes, con la bandera del orgullo, con alguna frase feminista, violetas y del Ni una menos, estampados con flores, con marihuanitas, con consignas antiespecistas, con la cara de Maradona, con alguna Mafalda. Si sos importante, terminás en el barbijo. Tuvimos que comprar un par. Compramos muchas cosas. De forma compulsiva. A nuestro regreso, viviremos a mate con pan casero.
También hay pan casero, y una oferta gastronómica que está a tono con la diversidad de los feminismos. Al chori y los sánguches de bondiola tradicionales de las marchas populares, se le suman ahora una variedad de productos vegetarianos, veganos, sin Tacc. No hay un espacio, un cubículo, una parrilla en la que no estemos dando un debate de algo.
Y de fondo el debate sigue.
Adentro
Sergio Massa le pide a les diputades que respeten el tiempo, que redondeen, que no se vayan por las ramas. La votación tiene que darse a la madrugada, no puede extenderse hasta el mediodía (o la tarde) del viernes. Afuera se acampa como si acaso mas de une estuviera listo para quedarse a esperar no sólo esta definición, sino también incluso quedarse hasta que se vote en Senadores.
“Yo no di quórum pero voy a hablar igual” dice el diputado Fernando Iglesias, y la feriante a la que le estamos comprando libros se ríe. Hay que reírse. Al menos el diputado Iglesias dice que votará a favor. El resto pasa mas bien desapercibido. Poco y nada indignan las exposiciones de quienes se oponen al proyecto. Quizás hemos desarrollado anticuerpos.
Irrumpe en escena un perrito con pañuelo. De pronto todo lo demás es decorado.
¿Sabrá el diputado Iglesias de la existencia de ese perrito? Claro que no. Magnífico espécimen de can que sabe lo que quiere y dónde conseguirlo. La tiene más clara que el flaquito del periódico que quiso jugar la carta del aliado.
Incluso algunas declaraciones de quienes están en contra del aborto logran adhesión. Es así amigues, la confusión a veces también nos embarga. Sin ir más lejos, la diputada Dina Rezinovsky del PRO de la ciudad de Buenos Aires (quien en el debate en comisión se había denominado como parte de una Iglesia Evangélica) nos dejó una linda propuesta para el futuro: "Si tanto les molesta Dios, sánquelo de la Constitución".
Bueno, a ver diputada, no nos engolosinemos, ¿está bien? Que después ponemos las energías en todos lados y en ninguno. Pero vamos a tener en cuenta su propuesta, la vamos a estar llamando.
Distinta es la Campaña del Desierto versión 2020 a la que nos invitaron al toque: "La Argentina es un país semi poblado, no se debe aprobar el aborto” lanza al pesado aire de la siesta el diputado Alberto Asseff, del PRO de Buenos Aires, que pretende que comencemos a procrear con el fin de llenar el país de otros tantos millones de personas. O no, no entendimos del todo. Imaginen lo difícil que sería explicarle esto al perrito abortero. El aliade de los pasquines estaría contento de participar, eso es seguro.
La primera mitad de la jornada va cerrando con algunos discursos que le ponen mal el acento a la palabra bebé y que recurren a cuestiones complejas como la tanatofilia (?), y algunas de las paradojas conocidas como "Los vivos tenemos poder para decidir por los que no están, pero están en vida intrauterina”. No sabemos si lo que nos generó un sorpresivo shock en la corteza cerebral fue tratar de entender a los vivos que no están pero están o los "marcianitos" (en Santa Fe conocidos como "juguitos") que decidimos comprar. Bueno, rico, y barato.
A los fines de mantener esta crónica dentro de los límites de lo periodístico, no agregaremos algunas de las acotaciones que nuestras compañeras (que están cumpliendo la tarea de desgrabar los textuales de les diputades) nos dejan entre frase y frase de los discursos.
Sólo diremos que de cierto diputado puntano el único comentario anotado fue "alto carmelazo tiene". Hechos, no opinión.
Afuera
BACK EN LA PLAZA, las parrillas humeaban sobre la marea de militantes que se desesperaban por una bebida fría, una gota de viento, un cuadrado de sombra sobre el que se pueda soltar un suspiro. La Plaza del Congreso, vallada en su totalidad, no nos deja acceso ni a los árboles ni a sus fuentes. Nuestros barbijos impiden el ingreso del Covid, pero también el del aire que es casi que una condición sine qua non para vivir.
"Vamos redondeando" es la frase que más le escuchamos a Massa. Su paciencia tiene un límite, y no podemos esperar a verlo.
Las carpas y gazebos se parecen cada vez más a lo que podríamos ver en una kermese de pueblo. El ánimo es claramente festivo. La espera, en todo caso, no se va a palpitar con la misma tensión con la que aguantamos en 2018.
Malena está hace más de 24 horas armando, con sus compañeras el espacio de la Cámpora de la Ciudad de Buenos Aires, el espacio en el que esperarán los resultados. "Las ganas y la energía militantes están intactas", dice, aunque lamenta que sus compañeras de otras provincias no puedan participar de esta jornada por las medidas de la pandemia. Son ellas, en definitiva, las que han empujado desde el interior de las estructuras para que el aborto se trate nuevamente en el Congreso: "La política ha cambiado mucho, han cambiado las miradas, y eso es lo que tiene de bueno el movimiento de mujeres. Trabajamos para eliminar las prácticas machistas que estaban muy ligadas al ejercicio de la política".
¿Y si sale? ¿Y si es Ley? ¿Qué hacemos después?
"Nos va a quedar mucho trabajo, para que llegue a conocimiento de todes les argentines. Acercar la información sobre el misoprostol, que es el método más seguro para abortar. Es importante que cada persona pueda abortar de forma segura" dice Celi, de La Sublevada, un espacio de "géneros y disidencias". Con sus compañeres idearon un juego que educa sobre el uso del misoprostol y las maneras en las que puede utilizarse.
La redes transfeministas, populares, que vienen tejiéndose desde que el tiempo es tiempo ya están pensando en el después. Y en el ahora también.
Es esa red la que te trae un agüita fresca para que no te deshidrates mientras trabajás al rayo del sol.
Produce y realiza podcasts. Edita audios para notas. Administra las redes sociales y colabora con su voz, poemas e ideas en la realización audiovisual.