Una producción especial de Periódicas en el décimo aniversario de la marcha que dio vida al grito colectivo de Ni Una Menos. El femicidio de Chiara Páez, en Rufino, fue el origen de esa consigna. Una década después, nos seguimos preguntando: ¿qué ha cambiado y qué sigue igual? ¿Qué consignas se han convertido en bandera? Y, sobre todo, ¿qué crímenes hoy nombramos por lo que realmente son?

El 3 de junio de 2015 miles de mujeres en Argentina, y otras tantas miles en el mundo, salimos a la calle a expresar un hartazgo que sintetizamos en una consigna que hasta hoy llevamos como bandera: Ni Una Menos. Lo que motivó ese grito popular fue un femicidio: el de Chiara Páez.
La adolescente de 14 años, que vivía en la localidad santafesina de Rufino, desapareció el 9 de mayo de 2015. Chiara estaba embarazada y su novio, Manuel Mansilla, de 16 años, la presionaba para que abortara. Un día más tarde, su cuerpo fue encontrado enterrado en la casa de los abuelos de Mansilla.
De esa primera marcha, en la que salimos a pedir concisa y claramente que dejen de matarnos, surgió la consigna "Ni Una Menos" y de ella se desprendieron muchas otras que en estos 10 años hemos repensado y desarmado, transformado en proyectos de ley y en nuevos derechos, exigido en las puertas de los tribunales, los juzgados, las comisarías, las iglesias, las legislaturas y el Congreso.
¿Qué tan lejos estamos de ese 3 de junio de 2015? ¿Cuánto hemos recorrido? ¿Qué cambió y qué no? ¿Cuáles son las caras que ahora llevamos como banderas? ¿Cuáles las consignas que transformamos en pañuelos? ¿Y cuáles son los crímenes a los que ahora llamamos precisamente por lo que son? Todas esas preguntas y más son las que intentaremos responder en nuestra serie: “Tiene nombre", un podcast de justicia, género y memoria.
Rufino, origen
Para intentar cumplir con esa consigna y comenzar a desandar ese camino, Periódicas se trasladó hacia el origen de todo: Rufino, localidad del departamento General López, al sur de la provincia y a 425 km de la ciudad de Santa Fe. Allí entrevistamos a Carolina Facciotti, Claudia Bottazzini Matos, Carolina Follis y Vanesa Irurzun, del Grupo de Mujeres Autoconvocadas de Rufino, quienes rememoraron lo que ocurría por aquellos días en esa comunidad, qué pasaba antes y, sobre todo, qué pasó después.
Para estas militantes feministas, el caso de Chiara funcionó como “un chivo expiatorio, el horror de la comunidad, pero familias violentas hay en todos lados". "Nos sorprendemos cuando ocurren estas cosas pero no son platos voladores que no tienen que ver con nosotros. Me interpela desde ese lugar, porque hay algo de nuestra comunidad, de nuestra idiosincrasia, los valores y la presencia de la Iglesia en nuestro modo de ser como comunidad, que cuando ocurren estas cosas decimos '¿cómo puede ser?'. Es necesario interpelarnos, porque se trató de familias 'normales' de Rufino, que caminaban por nuestras calles. ¿Este chico era aislado, no se juntaba con el grupo?, puede ser, pero fue formado por los mismos docentes que formaron a mis hijos”.

“Mansilla es lo que uno teoriza pero que no pone en práctica, era callado, pasaba desapercibido, pero tenía una encopresis desde los 12 años, o sea, algo que oculta una cuestión psicológica. Una vez una profesora le tuvo que sacar a un chico porque lo estaba agarrando del cuello. O sea, indicios hubo”, agregan.
Sobre el nacimiento del movimiento Ni Una Menos a partir del femicidio de Chiara, para estas mujeres “la sociedad venía alimentando una vuelta, decir 'esto no es una muerte más, esto tiene un nombre'. Era una niña muy chica, con el contexto que había y todo eso fue muy significante. Las cosas no caen del cielo, no es que un hecho eclosiona y ahí apareció, veníamos con políticas públicas que fomentaban esta cuestión, donde aparecen y se habilitan otras cosas que hacen que una pueda leer la realidad y mirarla desde otra perspectiva”, aseguran.
También en Rufino, el equipo de Periódicas pudo charlar con dos trabajadoras que fueron y son testigos de hechos significativos dentro de esa localidad: Florencia y Elsa, empleadas municipales, las barrenderas del cementerio. Ellas fueron quienes nos contaron que, así como nosotras llegamos preguntando por la tumba de Chiara y de Natalia Fraticcelli -la otra muerte emblemática de Rufino de la que hablaremos en otro episodio- fueron muchos en estos años los que hicieron lo mismo, aunque por diversas razones.
“El caso de Chiara fue más movido, estaban todos los medios y por ella salió el Ni Una Menos”, relatan y aseguran que entre un caso y otro “pasaron muchos años y volvió a pasar lo mismo”.
“La gente llega acá a preguntar por las chicas, pero más por Natalia”, nos cuentan. Sobre el caso de Chiara, afirman que se hicieron muchas marchas y que, incluso, fueron a alguna. “Antes no existían las marchas, cuando pasó lo de esta chica se hicieron muchas. Se movieron muchísimo para buscarla, había gente por todos lados. Nosotras nos enteramos por los medios”, recuerdan.

Empujar desde el Congreso
Este movimiento imparable no sólo fue el punto de partida de marchas masivas en Argentina y el mundo, también cambió leyes. La figura legal de femicidio es la tipificación del asesinato de una mujer por razón de género, es decir, por el simple hecho de ser mujer. Se trata de un agravante en el Código Penal que se aplica a los casos de homicidio donde la víctima es una mujer y el crimen está motivado por razones de género.
La figura penal tiene, también, importancia simbólica. Es un mecanismo que nos permite empezar a llamar a las cosas por su nombre. Pero para que esa modificación llegue al Código Penal, antes hubo que empujar. Y dos de las que empujaron fueron las santafesinas Alicia Ciciliani y Celia Arena que, en ese entonces, eran diputadas nacionales.
Arena, que también fue la primera ministra de Igualdad, Género y Diversidad de la provincia de Santa Fe (2021-2023), recuerda que aquella discusión por la incorporación de la figura de femicidio, que se dió en el Congreso en 2012, fue posible, entre otras cosas, por la incorporación de las mujeres a la política a través de la Ley de cupo. "Cuando se debatió lo del femicidio se hizo en una Cámara integrada por una cantidad muy importante de mujeres, aunque no había paridad todavía. Había problemáticas que no se veían porque todavía faltaban esas voces de un sector de la sociedad. Esto fue algo que se fue construyendo a partir de la incorporación de las mujeres en lugares de decisión política y debate”.

Ciciliani, que también fue ministra santafesina pero de Producción (2017-2019), recuerda ese debate cargado de “afecto, por la posibilidad de poder trabajar por sobre las diferencias de los partidos políticos, eso para mí fue relevante. Nosotras tuvimos la inteligencia de lograr la transversalidad de los temas que nos interesaban por sobre los partidos políticos. Luego, como ministra de Lifschitz, pude ver el debate por el aborto y recuerdo a las diputadas, que muchas fueron mis compañeras, luchar de la misma forma. Fue muy importante la sororidad por encima de la pertenencia al partido político. Ese es un aprendizaje, no sólo para pensar cuestiones de género, para pensar en el bien común. Sobre todo en tiempos como el actual, que marcan un retroceso. No tenemos que desmoralizarnos por esos retrocesos sino aprender de las mejores prácticas que hemos tenido y ponerlas en valor”.
10 casos que cambiaron la historia
“Tiene nombre” no es un podcast sobre crímenes, sino sobre su impacto en el sistema penal, la cultura, las leyes, el periodismo, la discusión en los bares. A 10 años del primer #NiUnaMenos, una producción especial de Periódicas con 10 episodios, 10 historias, 10 conquistas y 10 luchas que siguen abiertas.
"Tiene nombre" cuenta con la dirección de Belén Degrossi y Thamina Habichayn, la producción periodística de Gabriela Filereto, la realización de visuales a cargo de Ana Clara Nicola y el acompañamiento de todo el equipo de Periódicas.
Podés escuchar el primer episodio, "Esto no es un crimen pasional", acá: