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Francisco para nosotres: la monja de las travas

Papa Francisco
El hombre, el Papa y las aristas de algunos de todos los Franciscos en la voz de mujeres y diversidades sexuales. En esta nota: la mirada de Mónica Astorga, la monja de las travestis.
Victoria Stéfano
Papa Francisco
Créditos: Vatican News

Hay personajes inaprensibles a la lengua. Esa lengua que antagoniza, jerarquiza, discrimina, ordena y polariza las representaciones que nos configuran al mundo, a veces resulta incómoda para reflejar algunas existencias. Y si hay alguien que resulta incómodo de pensar, desde varios lugares, es Jorge Mario Bergoglio.

Pero si queremos hacer aún más compleja y mas estéril la cuestión podemos empecinarnos aún más en esa incomodidad. ¿Quién fue Jorge Bergoglio para los feminismos? ¿Quién fue para la monja de las travestis? ¿Y para la joven santiagueña que militaba el aborto en la Red de Católicas por el Derecho a Decidir? ¿Quién fue para el grupo Centu que reune a creyentes LGBT en Santa Fe?

Lo más lejos posible de cualquier intento por saldar esa discusión, apenas algunos dias después de su partida a la eternidad, nos preguntamos quién y qué huella deja en nosotras y nosotres Francisco I, el primer Papa argentino.

El Francisco ¿de las travestis?

El 22 de junio de 2010, en medio del tratamiento de la ley de Matrimonio Igualitario, Bergoglio se dirigía a través de una carta a las Monjas Carmelitas de la arquidiócesis de Buenos Aires, anticipándoles que "el pueblo argentino deberá afrontar, en las próximas semanas, una situación cuyo resultado puede herir gravemente a la familia. Se trata del proyecto de ley sobre matrimonio de personas del mismo sexo".

"Aquí está en juego la identidad, y la supervivencia de la familia: papá, mamá e hijos. Está en juego la vida de tantos niños que serán discriminados de antemano privándolos de la maduración humana que Dios quiso se diera con un padre y una madre. Está en juego un rechazo frontal a la ley de Dios, grabada además en nuestros corazones", decía el entonces cardenal y arzobispo de Buenos Aires.

Apenas tres años después, ya siendo Papa, escribía esta otra carta dirigida a una Carmelita: "Querida Hermana Mónica: Ahora a seguir adelante... con la oración y el trabajo de frontera que el Señor te ha puesto delante. Deciles de mi parte que no las condeno, que las quiero y que desde mi corazón las acompaño en el camino de la vida rezando por ellas. Pero que, por favor, recen por mi. Que les agradezco que recen por mi, y que Jesús y la Virgen las quieren, que no duden de esto. Te dejo. Por favor no te olvides de rezar por mi. Que Jesús te bendiga y la Virgen Santa te cuide. Francisco".

Mónica Astorga, a quien iba dirigida esta misiva, más conocida como "la monja de las travestis", es quizás otra de esas personas que resultan incómodas a la lengua, alguien difícil de capturar en el discurso.

Como hermana de la Orden de las Carmelitas Descalzas en la provincia de Neuquén, Astorga trabaja desde julio del 2006 con la comunidad trans. Esa vinculación comenzó cuando una de ellas se acercó a dejar el diezmo de su trabajo como prostituta. A partir de ese acercamiento, fue forjando una relación con ella y luego también con sus compañeras. Un día entre tantos, le preguntó a esa primera mujer trans que se había acercado cuáles eran sus sueños. La respuesta fue simple: "Tener una cama limpia para morir".

Atravesada por esa realidad, la monja de clausura pidió permiso a su comunidad y conformó un espacio de oración que funcionaba cada 15 días, mientras veía como hacer para cumplirles los sueños a esas chicas que había conocido, ya fuera trabajar de otra cosa que no fuera la prostitución o terminar sus estudios. El obispo cedió una casita que funciona hasta la actualidad como un espacio de contención y donde se brindan talleres, capacitaciones y apoyo alimentario y psicológico a la comunidad.

Pero eso no fue todo. La monja gestionó un terreno que fue cedido por la municipalidad y con fondos provinciales construyó 12 departamentos que, en una experiencia única a nivel global, el 10 de agosto de 2020 fueron otorgados a mujeres trans en situaciones de vulnerabilidad compleja. El sueño de la cama limpia donde morir se convirtió en la realidad de una casita donde poder vivir.

Su obra fue acompañada y estimulada continuamente por Bergoglio, aun durante su papado bajo el nombre de Francisco, directamente desde el Vaticano.

Hoy por fuera de la Iglesia, tras ser desvinculada de la orden y luego de varios rechazos por su acompañamiento a las personas trans, con una fe que no se desgasta, Mónica continúa acompañando a la comunidad y lleva uno de los únicos registros que contabiliza sus muertes en el país.

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Mónica Astorga
La hermana Mónica junto a "las chicas" trans-travestis. Foto del archivo de Mónica Astorga.

Francisco, Mónica y las travas

Tras 40 años de vida monástica, trabaja como podóloga y, lejos de retirarse de la labor social, también es voluntaria en el Hospital Interdisciplinario Psicoasistencial "José Tiburcio Borda", además de cortarle el pelo a personas en situación de calle.

"Lo conozco a Francisco desde el año 85, él era muy allegado a la comunidad de nosotras (las carmelitas) antes de ser obispo, y llamaba todos los sábados. Fue una persona muy cercana", cuenta Astorga en diálogo con Periódicas.

Respecto del papado de Francisco, la mujer sostiene que en estos 12 años de liderazgo en la Iglesia "abrió un camino enorme, que pienso que quien asuma hay cosas que no podrá cambiarlas".

"Recalcó la paz, el integrar a todos y no dejar a nadie afuera, buscar a los marginados, a los descartados de la sociedad. Él lo hizo siempre, y como Papa lo pudo ver el mundo entero. Ese es uno de los puntos importantes en ese liderazgo. Deja una Iglesia donde se vive plenamente el evangelio, lo que Jesús hacia cotidianamente. Algunos lo escucharon, otros no lo escucharon o no quisieron escucharlo, pero él siempre fue muy claro: 'Iglesia de puertas abiertas, no se queden sentados en los escritorios, salgan a buscar a la gente'", sostiene sobre el hombre que recibía grupos de mujeres trans los miércoles en la Plaza de San Pedro del Vaticano.

La vida como ordenada y trabajando con personas trans no fue sencilla y sin costos para la ex carmelita. Mónica relata que a lo largo de estos años fue atacada intensamente por integrantes de la misma Iglesia por el trabajo que hace, y allí es donde la relación con Bergoglio también fue trascendente.

Mónica compartía estas dificultades con las que se encontraba cotidianamente con el Papa, que a la distancia le pedía que no abandone su labor y enviaba saludos para "las chicas" en todas su misivas, pidiéndoles que rezaran por él. "Para mi su acompañamiento fue uno de los apoyos más fuertes que tuve en el trabajo con la comunidad trans", comenta Astorga.

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Mónica Astorga - Papa Francisco
Crédito: Ariel Gutraich / Agencia Presentes

"No abandones esta obra que te puso el Señor y lo que necesites contá conmigo", le dijo Bergoglio a Mónica cuando visitó Neuquén en 2009, lugar donde la entonces monja carmelita se hizo conocida a nivel nacional por construir un complejo habitacional para mujeres trans.

"El Papa Francisco nunca dejó de comunicarse conmigo. Hasta antes de morir le estuve mandando cartas con los saludos de las chicas y contandole que rezabamos por él. Hoy siento la orfandad. Se me fue mi padre. Y las chicas también lo sienten así. Se sintieron muy amadas y respetadas por él. Es un padre, pastor, amigo, una persona incondicional. Ayer muchos nos quedamos huérfanos", relata.

Y es allí donde las distintas aristas del mismo hombre se tocan. El mismo opositor al matrimonio igualitario apoyaba incondicionalmente la labor de una monja que trabajaba con travestis en la Patagonia. ¿Dónde situamos a ese hombre? ¿Cuántos otros Franciscos hubo?