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"Montaña" y la potencia del relato colectivo

Es difícil hablar del cáncer, pero "Montaña" logra construir algo nuevo sobre una temática tan revisitada: es el relato colectivo, cuidado y amoroso que solemos tener a la hora de hablarnos entre amigas. Desde Periódicas charlamos con las tres mujeres que construyeron este proyecto.
Belén Degrossi
Montaña, Crónica de un cáncer
Ilustraciones de "Montaña. Crónica de un cáncer".

No exagero si digo que, por estos días, todos y todas estamos en busca de algo en qué creer. Algo que nos conmueva, nos emocione, incluso que nos entretenga. Así nos pasamos videos de perritos, nos recomendamos música nueva, anotamos los nombres de las series o películas que nuestros amigos disfrutaron y nos transformamos en traficantes de libros de casa en casa, intercambiando como si estuviéramos en los viejos círculos de lectura de la niñez.

Siempre, y en todo momento, es revitalizante arrimarse a un relato que nos invite a reflexionar. Es lo que nos mantiene en el viejo ritual de tomar mates con amigos, lo que nos acerca a la botella fresca de birra cuando el clima lo amerita. Eso es, entre muchas otras cosas, “Montaña. Crónica de un cáncer”: una historia que se nos comparte y que llega desde el diálogo entre tres amigas.

Técnicamente, "Montaña. Crónica de un cáncer" es una novela ilustrada en proceso de edición mediante financiamiento colectivo. Así eligen presentarla quienes trabajaron en ella. Por sobre todo, es un relato colectivo: escrita por Florencia Curi, ilustrada por Marianela Müller y editada por Maite Diorio.

El libro cuenta en primera persona “la experiencia de una joven que debe hacer frente a su diagnóstico, un camino de luces y sombras, lleno de desafíos y aprendizajes para ella, pero también para las personas que la acompañan”. Luego de muchos años de dedicación y esfuerzo hoy está cerca de materializarse en un libro físico de edición independiente, con la venta de 250 ejemplares a un precio promocional.

Florencia Curi, oriunda de la ciudad de Chajarí (Entre Ríos), es licenciada en Realización de Cine (UNLP), fotógrafa profesional, documentalista y docente. Con ella charlamos sobre cuáles fueron los motivos por los cuales eligió contar su historia y traer a sus amigas al proyecto: “La historia nace con mi mejor amiga Maite, que es la editora de este libro. Cuando yo tengo el diagnóstico, digamos que pasó bastante tiempo hasta que hice el tratamiento, hasta que empecé las quimioterapias y todo, pasó un tiempo. Y con ella habíamos estado muy cerca, muy en contacto, como siempre, pero bueno en esta oportunidad más. Y ella me propuso la idea de escribir un libro, de que sea ilustrado. Yo creo que todo fue acompañando y retroalimentándose en ideas a medida que lo íbamos craneando de alguna manera. Pero si tengo que ser sincera, toda esa primera parte fue una etapa en la que funcionó mucho más como una catarsis de lo que iba viviendo y de lo que iba pasando que de plasmar lo real en un libro”.

Florencia Curi, escritora de "Montaña, Crónica de un cáncer"
Florencia Curi, escritora de "Montaña".

Ahí está uno de los mayores desafíos que se enfrentan al poner en palabras algo que, en definitiva, nos atraviesa el cuerpo: ¿cómo transformar una historia tan personal, tan subjetiva, en una pieza artística, en algo que trascienda ese relato inicial? Para quienes trabajaron en Montaña, específicamente para Florencia, lo importante siempre fue volver a la idea primigenia: su historia, también, es la historia de tantas y tantos otros antes que ella.

En ese sentido, nos explicaba: “Me pasó que me encontré con muchas personas que estaban viviendo algo parecido, tanto desde la enfermedad como desde el lugar y el rol de amistad o de familia, de acompañamiento. Y me daba cuenta que les servía que yo les contara cómo lo había vivido, qué era lo que me había pasado, qué era lo que había hecho, cómo lo había manejado. Había un montón de interrogantes y todas las charlas que se nos daban eran eternas. Y eternas en el buen sentido, de que había mucho por decir y que había mucho por hablar. Y en ese momento volvimos a retomar la idea con Maite. Siempre digo que esto no es una receta o un manual, no es que va por acá o va por allá, pero sí estaba bien contar esto, contar la historia. Si en algún punto ayuda a alguien, ya para mí es un superlogro y me gratifica enormemente porque quizás es lo que a mí me hubiera gustado tener.

Ese es, quizás, otro de los desafíos de construir un relato como el que propone Montaña: romper con la lógica que impera a la hora de contar la enfermedad en general, el cáncer en particular, que transforma toda historia en un relato lacrimógeno, que romantiza el padecimiento.

Florencia quería proponer una historia desde “ese lugar más reflexivo y no desde lo que hemos consumido en las películas, en los libros. Todo esto que vemos a veces que es como la romantización de la enfermedad, no pasa por ahí. La experiencia nosotras la fragmentamos en un antes, un durante y un después. Queríamos dejar un mensaje esperanzador y quizás hay ciertas experiencias que no es que dijimos 'esto que es feo, no lo vamos a contar' porque la verdad es que en el libro se cuentan experiencias que son muy duras (desde la mastectomía hasta hacerme una punción ósea despierta) no desde ese lugar sino de quizás en qué me cambió cada una de esas experiencias, en qué me afectó como mujer, sin perder el eje del humor, sin perder el eje de que haya una esperanza después de todo esto”. 

La Montaña, entre todas

Flor contaba con una ventaja: la historia era de ella, sí, pero el relato es colectivo. Un relato que además se construye con una perspectiva particular: la de tres mujeres que dialogan entre ellas. De afuera parece que Montaña termina de tomar forma así, como el relato colectivo, cuidado y amoroso que solemos tener a la hora de hablarnos entre amigas.

Maite, sin embargo, fue la que tuvo que encontrar en ese diálogo entre lenguajes, algo que de a poco se fuera asemejando a un libro. Editar un libro como Montaña fue un desafío, pero que rindió sus frutos: “Florencia y yo venimos del lado del cine, nosotras estudiamos juntas en La Plata hace más de 20 años y también hicimos muchas cosas juntas. Hay una cosa del lenguaje, de esto de la combinación de la palabra con la imagen que ya lo teníamos como incorporado. Además yo también escribo historieta y también hago cosas en ese sentido. Ya desde las primeras versiones del texto teníamos algunas ideas de qué cosas podían ser ilustradas. Siempre pensando que la ilustración no tenía que decir lo mismo que lo que decía el texto. Cuando se incorpora Mari, también trajo sus propuestas. Entonces entre las tres trabajamos un poco como se trabaja en las películas y no tanto como se trabaja en el mundo editorial, que de todas maneras hay muchas formas de hacer un libro, no hay una sola. Por eso muchas de las imágenes tienen como una poética, una metáfora, que por supuesto se relacionan con el texto, pero desde un lugar más poético y no tan literal. Eso fue generando como un tercer lenguaje en esta relación de la voz de la palabra y la voz de las imágenes”.

Maite Diorio, editora de "Montaña"
Maite Diorio, editora de "Montaña"

Esa producción coral es la gracia de los proyectos como Montaña (y, si se me permite la autorreferencialidad, de Periódicas): pensar colectivamente siempre enriquece el resultado final. Para Maite, “trabajar en equipo siempre fue maravilloso, creo enormemente en los proyectos colectivos, para mí suman, enriquecen, se fortalecen. Trabajamos muchísimo cada capítulo, qué es lo que estamos diciendo con cada capítulo, con cada momento, con cada situación y cómo lo queríamos reflejar y no teníamos que explicarnos la una a la otra lo que sentíamos”.

Sobre esto también suma Marianela Müller, ilustradora, arquitecta graduada en la UNL y trabajadora cultural de la ciudad de Chajarí, quien tuvo el desafío de acompañar con sus ilustraciones el relato de Florencia: “Me encontré con que me costaba mucho más que otros trabajos porque me estaba atravesando emocionalmente mucho, entonces eso implicaba un proceso diferente, un proceso en el que estaba tocando una historia, que era la historia real de una persona a la que quiero mucho además. Pero la verdad es que algunas imágenes aparecieron muy rápidamente y generamos como una dinámica en la cual nos entendimos entre las tres y se generó una forma de creación colectiva muy genuina, donde cada una de nosotras tiene mucha confianza en la otra y todos los aportes, todos los comentarios y las devoluciones que nos hacemos siempre son muy amorosas, muy nutritivas y nos apoyamos mucho”.

Marianela Müller, ilustradora de "Montaña"
Marianela Müller, ilustradora de "Montaña"

El equipo, además, está compuesto íntegramente por mujeres: incluso aquellas que se incorporaron cuando el libro ya estaba terminado. Sobre esto, Florencia indica: “Creo que lo que aporta al libro que seamos todas mujeres tiene que ver con, justamente, que la experiencia que se cuenta es un cáncer de mama, y si bien obviamente que existen también varones que pueden tener cáncer de mama, los porcentajes son altísimos en mujeres. Y también creo que todas pensamos alguna vez, yo antes de tenerlo, en la posibilidad de que nos pase. Es lo que un poco le pasó a Mari cuando llegó la propuesta, ella se sorprendió porque cuando empezamos a trabajar ella tenía la edad a la que yo había tenido el cáncer. Entonces, todas las mujeres que estuvieron involucradas, si no piensan que les puede pasar, les puede haber pasado o quizás tienen a alguien que le pasó y cómo lo vivimos y qué es lo que siente, lo que sintió una, lo que sintió la otra, lo que siente la amiga, la madre, todas tenemos alguien que tuvo cáncer de mama y todas sabemos que es una revolución de emociones y las vivimos de la forma en la que se puede, como se puede”.

Marianela suma a esta idea: “Encontramos ahí una potencia que es más grande que nosotras, es más grande que Flor, que Mai y que Mari. Es Montaña, es algo que sucede cuando las tres estamos ahí, nosotras tres y también todas las demás mujeres que fueron en el camino colaborando, porque hubo un montón de otras personas que nos fueron ayudando en diferentes etapas del proceso y ha sido muy poderoso, muy transformador y enriquecedor para todas”.

Montaña no sólo es un libro construido por mujeres, es también un libro con perspectiva de género. Así lo explica Maite: “En el proceso y en el hacer de la historia sí fuimos conscientes de que parte de las reflexiones que se incluyen de esta cuestión de lo que se espera de una mujer que está atravesando un cáncer, las expectativas de los mandatos de belleza, que pesa la mirada de las otras personas, las cosas que una tiene internamente también, esos prejuicios y esos estereotipos que te hacen preguntarte, cosas que te hacen preguntarte también qué caminos querés tomar. Hay escenas del libro que hablan de eso: sobre los relatos hegemónicos construidos en torno al cáncer, como las películas de Hollywood donde siempre la mujer que tiene cáncer es como la pobrecita que es sufriente que no hace otra cosa que tener cáncer. Y vos tenés cáncer pero la vida también continúa y por supuesto que tu vida pasa a girar en torno a eso, pero también te pasan otras cosas y pensás otras cosas vos y la gente que te acompaña”. 

Así se ve "Montaña. Crónica de un cáncer"

¿Cómo conseguir “Montaña. Crónica de un cáncer"?

El libro se edita de manera autogestiva y será posible a partir del financiamiento colectivo. Por eso, tu colaboración es la clave para que puedan materializar esta historia en papel.

Podés obtener su copia en preventa a un precio promocional ingresando en la web de Montaña. Los ejemplares estarán disponibles a partir de octubre, mes dedicado a sensibilizar y concientizar a la sociedad sobre el cáncer de mamá. También podés colaborar con la compra de postales, stickers, ilustraciones y risografías en este link.