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Tiene nombre - Episodio 2: Esto no es una masacre

Son pocos los casos que se recuerdan por el nombre del femicida y no por el de la víctima. Pero hay excepciones y esa lógica se revierte cuando las víctimas son muchas. En Santa Fe, en las fiestas de 2016 y 2017, fueron dos los múltiples femicidios vinculados que marcaron un antes y un después. Primero, Marco Feruglio mató a cuatro familiares de su ex novia; un año después, Facundo Solís asesinó a cinco. Las destinatarias de ese odio fueron Romina y Mariela, sus ex parejas.

Marco Feruglio en las fiestas de 2016 y, un año después, Facundo Solís, cometieron crímenes con un único objetivo: causar dolor a sus ex parejas. Estos casos no sólo dejaron una huella imborrable, sino que también impulsaron la aplicación de la figura de femicidio vinculado.

En este segundo capítulo de Tiene nombre, exploramos los fundamentos de esta categoría legal y repasamos cómo fue el acompañamiento a los sobrevivientes por parte de los equipos de contención. Pero, además, reflexionamos sobre el rol de los medios frente a la violencia machista y analizamos cómo cubrió la prensa santafesina estos hechos: ¿qué narrativas se repitieron? ¿Qué prácticas periodísticas debieron revisarse?

Los crímenes de Feruglio y Solís

El 24 de diciembre de 2016 Marco Feruglio asesinó a puñaladas a cuatro familiares de su expareja, Lorena Dusso. Mató a su exsuegra y su pareja, a su exsuegro y a su excuñada. Inmediatamente fue detenido y luego de algunos meses condenado a prisión perpetua.

Un año después, también durante las fiestas, el agente penitenciario Facundo Solís asesinó a cinco personas: su expareja Mariela Noguera y cuatro de sus familiares. Mató a la hija de Mariela y al novio, a la mamá y a la hermana. Se atrincheró pero lograron detenerlo y, varios meses después, condenarlo a prisión perpetua.

Estos fueron los primeros múltiples femicidios vinculados en nuestra provincia y los más graves de su historia.

Qué es un femicidio vinculado

El Centro de Asistencia Judicial es una institución pública que acompaña de forma integral a las personas sobrevivientes de violencia de género y delitos sexuales. Depende de la Subsecretaría de Acceso a la Justicia del Ministerio de Justicia y Seguridad de Santa Fe y allí trabajan abogadas, psicólogas, trabajadoras sociales.

Conversamos con las abogadas Laura Gerard y Vivian Galeano, la trabajadora social Celina Frigerio y la psicóloga Mariana O´Donnell sobre la figura de “femicidio vinculado” y aclararon que “fue incluida en el año 2012 junto con la figura de femicidio en nuestro Código Penal y da cuenta de la muerte para causar un sufrimiento a otra persona. Tiene una doble finalidad: matar a alguien pero con el propósito de causar un sufrimiento o un daño psíquico a otra persona. Cuando el autor de esa muerte es un hombre y la víctima o la persona a quien se quiere causar ese sufrimiento es una mujer, recibe el nombre de femicidio vinculado, justamente para visibilizar ese contexto de violencia de género que generalmente precede a esta forma de homicidio”.

Y agregan que “es importante poder llamarlo de esa manera, igual que cuando se incluye la figura de femicidio, para dar cuenta justamente de este contexto de violencia de género que generalmente precede a esta circunstancia de matar, que generalmente es una persona querida o con algún afecto familiar hacia la víctima que está sufriendo una situación de violencia de género”.

Además, las profesionales explicaron que “hay un combo de leyes que surgen en el año 2012 con la ley N°26.791 y la particularidad que tiene el inciso 12 respecto del femicidio vinculado es que es una redacción un poco más neutra, en donde no se hace referencia puntualmente a la mujer como víctima, entonces debemos interpretarlo como que la víctima puede ser tanto un hombre como una mujer. Pero no podemos desconocer el contexto político y social en el cual se introduce esa reforma en donde también se incluye el femicidio, por eso la importancia de marcar la terminología del femicidio vinculado cuando esa intencionalidad de hacer sufrir a la mujer, en este caso, es en un contexto de violencia de género".

Autora: Titi Nicola | CC-BY-SA-4.0

Contención a los sobrevivientes

Ludmila Rafalovich es trabajadora social y al momento de los femicidios trabajaba en la entonces Subsecretaría de Políticas de Género. En diálogo con Periódicas recuerda que “en el caso de Feruglio hubo cuatro víctimas, pero la destinataria de todo ese odio y toda esa violencia quedó viva. Entonces, ahí se ve claramente la intención de destruir la vida; de hecho, creo que hubo un relato de que él le dijo 'ahora fíjate cómo hacés'. O sea, pudo terminar con la vida de ella pero no lo hizo justamente para dejarla con esa carga para toda su vida”.

“Fue mucho el acompañamiento, en este caso específico había mucha familia y mucho laburo para hacer; también aparecen obviamente ciertas cuestiones familiares complejas que hacen que uno tenga que hacer distintos abordajes, que haya resentimiento, que haya culpabilización de uno a otro, pero todo producto obviamente de lo traumático de ese momento”, explicó.

“Me acuerdo que en ese momento estábamos todavía donde ahora está la casita de LGBT y hacíamos mucho trabajo de primer nivel", recuerda Rafalovich y cuenta: "Ahora pudimos despegarnos un poco de esa atención directa que le corresponde al primer nivel y hacemos un trabajo más de acompañamiento a equipos, desde el segundo nivel. Por ese entonces, teníamos todos los días el hall lleno de mujeres que venían a buscar atención, estábamos en un lugar geográfico rodeado de barrios con muchas mujeres que necesitaban ayuda, entonces les era más fácil llegar ahí, lo tenían de referencia como un lugar donde podían ir a pedir ayuda”.

El costo del retroceso en políticas de género

La militante y ex diputada provincial Alicia Gutiérrez se expresó sobre problemas recurrentes que tienen las víctimas de violencia de género, entre ellos el retroceso en políticas públicas tanto a nivel nacional como provincial. “Cuesta años, cuesta capacitación y cuesta vida; en el camino quedan muchas vidas mientras se van ayudando. Creo que se avanzó muchísimo y mi temor, como el de muchas feministas, es que retrocedamos; porque no nos olvidemos que la Justicia y los ejecutivos tienen la mirada puesta en lo que piensa el Ejecutivo nacional. Sobre todo la protección de las mujeres en el momento que denuncian violencia de género, la protección de las mismas y escucharlas; darles este apoyo desde los ejecutivos, pero también y sobre todo desde la Justicia”, aseguró.

Y agregó que “muchas veces se habla de botones de pánico y hoy me pregunto cuántos están distribuyendo los municipios o el gobierno provincial; porque no han disminuido los femicidios y las muertas en su mayoría han sido mujeres que ya habían denunciado previamente muchísimas veces haber sido víctimas de violencia”.

El rol del periodismo

La periodista santafesina Barbara Favant recuerda lo que ocurrió hacia el interior del periodismo feminista santafesino cuando ocurrió el femicidio vinculado perpetrado por Feruglio: “Nosotras comenzamos a preguntarnos cómo estábamos haciendo nuestro trabajo frente a este tipo de violencia y cómo estábamos contando las noticias, sobre cómo armábamos nuestra agenda. Eso fue al principio, cuando empezamos a hablar entre nosotras, a organizarnos, me di cuenta que lo que necesitábamos era un 'ente regulador', por decirlo de alguna manera. Los medios en sí se autorregulan, entonces, cuando un medio critica a otro o se toman las noticias de otro, se validan o se dejan de validar".

"Pensé que necesitábamos nuestro cuarto propio", agrega Favant, y explica: "Teníamos que organizarnos para poder lograr que estas coberturas tengan una mirada ajena a los medios tradicionales, porque ahí costaba mucho y ninguna de nosotras estaba de acuerdo en cómo teníamos que cubrir las noticias. A partir de este caso se dieron muchos debates y empezamos también a poder contar las violencias que vivíamos en los medios de comunicación a la hora de hablar de estas cosas. Eso fue muy importante para entender que necesitábamos otro espacio”.

Sobre el caso Solís, asegura que “como periodista sentí que era una oportunidad para poder ver claramente cómo el Estado y la sociedad hacen a un femicida, porque, a diferencia de Feruglio, Solís era un policía, era parte del Estado y asesinó a su familia con un arma del Estado. Creo que esa fue la gravedad también del caso, que el Estado fue partícipe”.

El episodio

"Tiene nombre - Episodio 2: Esto no es una masacre" cuenta con la dirección de Thamina Habichayn y Belén Degrossi, la producción de Gabriela Fileretto y la realización de visuales a cargo de Titi Nicola. Podés escucharlo acá mismo, o en nuestra cuenta de Spotify, al igual que el primer episodio.