A 50 años de los asesinatos de la trabajadora de prensa Marta Zamaro y de la abogada Nilsa Urquía, repasamos su historia y las actividades realizadas en su memoria.
Hay un miedo entre mujeres compartido, aunque las generaciones nos coloquen en contextos sociales y políticos distintos: es el miedo a que tus compañeras no lleguen a trabajar. Es el miedo al teléfono que no suena, al mensaje que no se responde, a ese punto suspendido en el tiempo en el que nosotras, las que estamos, pensamos en el peor escenario posible.
Ese miedo visceral nos es familiar, conocido. Es el miedo a que una amiga, una compañera, una hermana, una novia, se transforme en cartel. Ese miedo, esparcido entre susurros y propagado en el tiempo, es el que probablemente sintieron hermanas, madres, amigos y compañeros de Marta Zamaro y Nilsa Urquía hace 50 años, un 14 de noviembre de 1974, cuando la amenaza se convirtió en realidad. Marta y Nilsa no aparecían. Las amenazas de los días previos cobraban peso.
Un mes antes de su desaparición, en octubre, habían recibido en la redacción de Nuevo Diario (matutino de la ciudad de Santa Fe que funcionó entre 1968 y 1976) la “condena” dictada por el Comando Anticomunista del Litoral (CAL). La comunicación contaba con una lista de nombres de trabajadores y trabajadoras de la propia redacción y los talleres, como Marta Zamaro (que era una de las delegadas gremiales), y de una persona que no formaba parte del staff del diario: Nilsa Urquía.
Marta y Nilsa, de 29 y 32 años respectivamente, compartían un departamento en Diagonal Aguirre 2533. Abogadas ambas, trabajaban juntas en la Comisión de Defensa de Presos Políticos. Habían militado en la secundaria y luego, casi como en un salto natural, pasaron a formar parte del Partido Revolucionario de los Trabajadores. Nilsa ejerció siempre la profesión, quedando incluso al frente de la Comisión de Defensa de la Asociación de Abogados del país. Marta se volcó eventualmente al periodismo, entrando a Nuevo Diario de la mano de su amiga y compañera de militancia “Pocha” Pagano.
Es precisamente el periódico Nuevo Diario el que publica una nota en la que comparte los pocos detalles que se tienen de aquella mañana del 14 de noviembre en la que ambas son secuestradas de su casa. “Según testigos presenciales”, escriben, “un grupo de desconocidos” las capturó y las introdujo en un automóvil que los aguardaba. Algunos días después publica: “se sabe que durante el hecho se sintieron gritos y pedidos de auxilio, sin que los asesinos dejaran por eso de cumplir su objetivo y llevar a ambas por la fuerza”.
Dos días después, a las 14.15 horas del sábado 16 de noviembre, Daniel Castro viajaba hacia Esperanza y al pasar frente a los puentes del Arroyo Cululú vio a una persona, presuntamente ahogada. Comunicó la novedad a la Comisaría Primera de Esperanza desde donde se envió a personal policial y del cuerpo de Bomberos. Pasadas las 16 horas retiraron dos cuerpos del arroyo.
Las desaparecidas ya no estaban desaparecidas. Lo que era una búsqueda de personas, se transformó rápidamente en una búsqueda de justicia. En esa búsqueda nos encontramos todavía, 50 años después.
¿Qué consta en la causa?
Como explica Cintia Mignone en esta nota de 2011 (y como ocurre en incontables causas relativas a crímenes cometidos durante la última dictadura e incluso antes, como es el caso del asesinato de Marta y Nilsa) la investigación se ha sostenido por el incansable trabajo de los familiares, las organizaciones de DDHH y, desde 2011, el trabajo de la Asociación de Prensa de Santa Fe, que aprobó en ese entonces en asamblea una moción para constituirse como querellante.
En las últimas semanas, esa causa que se encontraba sin novedades logró moverse. La trama parece sacada de esas series de espías que a veces nos resultan inverosímiles, hasta que entendemos con qué nivel de organización y violencia trabajaron ciertas organizaciones en aquellos para cometer sus crímenes.
El único detenido en la causa, Gabriel Benjamín Kesler, se encuentra desde hace algunas semanas procesado, con prisión preventiva y embargo de bienes, tras el hallazgo de una documentación que surgió de la investigación del asesinato de un ex militar en Brasil, hace 10 años. La misma reveló que Kesler oficiaba como un agente civil de inteligencia del Ejército en el Partido Revolucionario de los Trabajadores de Santa Fe. El infiltrado, tras tres años de “trabajo”, logró la “represión” (“entre detenidos y muertos”) de 147 personas de una lista de 150 que había logrado recabar.
Entre ellos se encontraban los crímenes de Marta y Nilsa.
Una celebración de la vida
Marta destapando un vino, Nilsa bailando una chacarera. Marta con un dedo en alto, discutiendo con algún compañero. Nilsa con un traje de baño de una pieza, a la vera del río. Marta mirando a cámara, en un retrato en blanco y negro. Nilsa también mirando, en al foto que se haría después cartel.
La selección de fotos que adornan la muestra curada por la Asociación de Prensa de Santa Fe elije mostrarlas así: vivas, presentes. "Este es un acto en celebración de la vida, y las queremos recordar con mucho cariño, con mucho afecto", fueron las palabras elegidas por Pablo Jiménez, Secretario General de la APSF, en el acto de apertura organizado en conjunto con el Foro Contra la Impunidad y por la Justicia.
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"Yo era compañera de militancia, lo digo orgullosamente, yo era compañera de militancia del PRT de Marta y Nilsa. Y antes de ser buen militante, había que ser buena persona, y Marta y Nilsa eran buenas personas, por sobre todas las cosas", relató "Pocha" Pagano a los asistentes del acto inaugural de la muestra.
Pocha dice que aún 50 años después, las extraña: "Yo a Nilsa la veía dos veces por semana, pero con Marta nos conocimos antes, en la facultad, éramos amigas, bailábamos, a ella le gustaba una cumbia que era horrible, a mí nunca me gustó y la bailaba para molestarme a mí, es que dice '488 kilómetros de ida...'".
Pocha expresó que "siendo militantes sabíamos que corríamos riesgos, pero lo que no sabíamos era de la crueldad, de la saña, de la falta de humanidad, de la falta de sensibilidad del enemigo. Entonces, que hoy, a 50 años, haya un detenido, que está con sus camaradas de arma en Campo de Mayo, pero por lo menos que está, y esto se sabe, se conoce...yo no tengo demasiada confianza en la justicia argentina, pero haremos todo lo posible para que esto siga. Y solamente con el trabajo colectivo se va a poder conseguir, las chicas se lo merecen".
Todos hablan de Marta y Nilsa en esos términos: "las chicas". Porque es lo que eran, y lo que forzosamente siempre serán. Chicas, jóvenes, militantes, comprometidas, como tantas otras que también fueron marcadas como "enemigas", como blancos para la persecución, la desaparición, la tortura y la muerte. Marxistas, socialistas, sindicalistas, peronistas, feministas, docentes, abogadas, periodistas, trabajadoras sociales, hermanas, amigas, hijas, novias. Todas esas palabras que ahora a veces los nenes de internet usan como insulto, mientras se esconden detrás de un alias y un teclado.
Esas son las palabras que ellas llevaban como bandera y que sus compañeros siguen sosteniendo 50 años después. Quizás ahí se esconde el verdadero terror de los torturadores, los asesinos, los genocidas: en lo vivas que están las Marta Zamaro y Nilsa Urquía de la vida. En lo mucho que vuelven y vuelven y vuelven en cada piba que pisa una redacción y que elije el teclado no para esconderse sino para defender aquello en lo que cree. Aquello que creyeron matar, no hizo más que brotar. En el gesto de enterrar a una generación, suelen decir los familiares, terminaron por sembrarla.
Dice Pocha que en los espacios que ellas frecuentaban, "la mayoría eran hombres y nosotras lidiábamos con eso, pero nos respetaron siempre los que las conocieron". Habla, entonces, para traerlas al presente: "A Marta la querían mucho por ese humor que tenía, Nilsa era más seria. Nilsa se reía a veces de las barbaridades que hacía ella, ponía un poco de orden en la cosa. Militabamos con mucha alegría, y yo creo, yo no me atrevo a decir si estuvieran hoy acá en qué lugar se pararían, pero de lo que estoy segurísima es de que estaríamos juntas".
Caminando quizás, en busca de eso que todavía militan sus compañeras y compañeros, 488 kilómetros de ida y 488 kilómetros de vuelta.
Más homenajes
La Secretaría de Extensión y Cultura de la FCJS | UNL, la cátedra de Historia Institucional Argentina y el Foro Contra la Impunidad y por la Justicia de Santa Fe organizan a una jornada en memoria de Marta y Nilsa que contará con la colocación de Baldosas por la Memoria en la Plazoleta de la Reforma.
Además, la cátedra antes mencionada dictará una clase abierta titulada “Reflexiones a 50 años del secuestro y asesinato de las militantes”. Las actividades son este martes 19, a partir de las 17.30 en la Plazoleta de la Reforma (Cándido Pujato y Facundo Zuviría).
Produce y realiza podcasts. Edita audios para notas. Administra las redes sociales y colabora con su voz, poemas e ideas en la realización audiovisual.