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Más respeto que soy tu madre

día de la madre maternidad
El día que perdoné a mi madre estaba mirando mi pasado, reconociéndome en los rasgos de las mujeres de mi familia, en sus arrugas, en sus pelos, en el reflejo de sus ojos y en el dolor de nuestra historia familiar.

Priscila Pereyra


día de la madre maternidad
Autora: Priscila Pereyra

 

Quienes atravesamos los feminismos sabemos que el primer gusto amargo es mirar con otros ojos la historia de nuestra vida. Recorrer desde el principio hasta el presente implica reconocer abusos, desigualdades, malos tratos, y el dolor de nacer mujer en una sociedad patriarcal. Indiferentemente del acompañamiento de nuestra familia, no existe ninguna mujer que no haya sido vulnerada solo por ser mujer. 

Mito o verdad, existe también un discurso, casi como una reflexión, sobre que nuestros traumas solo tienen una culpable, ellas, nuestras madres . Es tan relevante su figura en nuestra vida que parece que la única conclusión que podemos sacar dentro de este sistema que nos oprime, es cargar aún más la conciencia de culpa de aquellas nos criaron. 

Mi referenta

Mi madre, con una educación precaria pero con una voluntad envidiable, fue niñera, limpió casas de gente que, además de darle trabajo, le dio la oportunidad de dejar su Vera querido y viajar a la capital de Santa Fe. En el transcurso de su embarazo pudo ingresar en la policía provincial, fue la primera de seis hermanos en acceder a un sueldo digno y una obra social. Mi abuela era viuda, nunca tuvo trabajo formal, ninguna de la generación de mi madre para arriba lo tuvo. La desigualdad social y cultural atravesó sus vidas. Hoy, atando cabos de mis antepasados, estoy segura de que  las mujeres de mi familia no solo fueron atravesadas por la pobreza, sino también por los abusos que nunca van a tener culpables cumpliendo sus condenas.

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Queda en mi cabeza la idea de que la forma de mi madre de relacionarse conmigo, la manera de solventar mis necesidades y estimular mi crecimiento, seguramente fueron un mecanismo para cubrir sus propias falencias. Siempre lo vi así, casi como una carga: “No quiero que pases por las necesidades que yo pasé”. Un mantra

Mi madre no necesita cargar un pañuelo ni declararse feminista, pero sus actos de rebeldía en su trabajo por ayudar a otras mujeres, su solidaridad  con otras madres, su búsqueda inalcanzable por lograr su independencia económica, reflejan la lucha de una mujer que, como tantas otras, me marcan el camino

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La deuda es con las madres

Parece inagotable el discurso de cansancio, de protesta y lucha, no solo por el derecho al disfrute del cual es privado quien ejerce el cuidado, sino también por los derechos vulnerados de nuestras infancias cuando no hay una crianza compartida, equitativa, igualitaria; porque nos vendieron humo de que la maternidad es la realización plena para lo que  venimos destinadas a este mundo. 

Una de las frases que resuena en mi cabeza es "cuando seas madres me vas a entender”. Pero hoy, como madre, les digo: no solo me faltaba ser madre para entenderla, me faltaba también ser feminista.

Y todo esto a pesar de que a veces los feminismos nos siguen posponiendo en sus agendas, en sus espacios, sin ser contempladas y perpetúan los discursos anti maternales que nos llegan como cuchillos, porque "si la elección fue nuestra, las consecuencias también".

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Necesitamos darnos el debate puertas adentro. No es el problema la maternidad en sí, hay que poner el foco en las condiciones en las que ejercemos esta tarea y bajo qué reglas sociales decidimos ser madres. Dejar de perpetuar el estereotipo de madre sacrificada, la que todo lo puede, la que sufre en silencio, la que queda relegada para lo último. Podemos repensar un nuevo modelo, que no se ajuste a ningún molde, en una “maternidad libre” que nos permita equivocarnos sin ser juzgadas y que le abra paso a nuevas generaciones que maternen bajos otros conceptos, donde la elección sea genuina y no una herramienta más del patriarcado para dejarnos en nuestras casas aisladas del mundo profesional, laboral, económico, político y del goce.